martes, 4 de noviembre de 2008

Wall•E es un viaje que me lleva hasta una Tierra casi muerta e invadida por la basura que la humanidad ha ido generando en años y años de descuido, agotando los recursos naturales y convirtiendo el planeta entero en un basurero. Ya hacia siglos que no quedaba vida. Los humanos se marcharon al espacio en una enorme nave y dejaron en la Tierra, máquinas y robots programados para limpiar. En un principio se suponía que el proceso de limpieza iba a ser rápido y que la vida florecería pronto pero los años se transformaron en siglos y la ausencia de formas de vida impide a los humanos regresar a su antiguo hogar. Pero no todo está muerto, tras setecientos años, por fin hay señales de que no todo está inactivo. Un pequeño robot de limpieza, un Wall•E, siglas que significan que es una máquina destinada a recoger y ordenar basuras, es todo lo que queda de la compañía de limpieza inicial. Él continúa ejerciendo su oficio, recogiendo toneladas de desperdicios. Pero tras tanto tiempo moviéndose y recopilando cosas, ya no se limita a su labor. Ha desarrollado un alma, tiene sentimientos y piensa por sí mismo. Le gusta guardar objetos, todas las noches ve un vídeo musical que le despierta la vena romántica, y se hace amigo de una cucaracha (un indicio de que los seres vivos vuelven a extenderse). Su rutina se desliza entre montañas de basura, en las que él encuentra múltiples tesoros para su colección, y entre los restos fantasmales de una civilización abandonada. Tormentas de polvo, un cielo que ya no es azul oscurecido por nieblas grises y amarillas. Un buen día, su vida cambiará para siempre cuando aparezca EVA, siglas de robot que rastrea la presencia de plantas, que es enviada a la Tierra con la misión de detectar indicios de vida vegetal, de la que Wall•E se enamorará perdidamente. Wall•E que observó las costumbres humanas a través de los objetos que recoge lo han humanizado y es capaz de amar. Y la seguirá en una emocionante aventura por el universo cuando ella, tras almacenar en su interior un tallo de una planta que Wall•E halló por casualidad, es enviada de regreso a la nave espacial donde los humanos se han acostumbrado a la excesiva comodidad de una rutina diaria completamente robotizada y mecanizada, hasta el extremo de no realizar casi ninguna acción por sí mismos. No se me ocurre mejor palabra para describir esta película. La historia de Wall•E y Eva consiguió emocionarme, cosa que no logran la mayoría de historias de amores protagonizadas por actores de carne y hueso. La sensación de soledad que transmite la primera parte de la película es absolutamente hermosa. Es la soledad de un robot consagrado a un trabajo rutinario, que busca en los pequeños detalles del día a día la felicidad y está deseando estrechar una mano amiga, deseando alcanzar el amor. Los primeros cuarenta minutos iniciales, son los más asombrosos, emotivos e inteligentes de la historia de la animación. De hecho con la ausencia de diálogos en esta parte de la película hace que el robot transmita tantos sentimientos en lo lenguaje corporal, que sería imposible enumerarlos. Con sus movimientos, con sus ojos, con su caminar, todo hace de él un personaje inolvidable. Las escenas de Wall•E en sus tareas habituales, son de lo mejor de la película. En la segunda parte de la película, el nivel baja un poco, quizás por la brillantez de la primera parte, pero aun así sigue siendo sublime. Es una película para que todos los adultos vuelvan a experimentar la magia del cine y vuelvan a sentirse niños, para que vuelvan a quedarse con la boca abierta ante la pantalla. Un homenaje al cine que es cine en mayúsculas. Una película llena de referencias a películas claves en la historia del cine y que además lleva un mensaje más que humano y reflexivo, convence por su realismo futurista, y lamentablemente inevitable, sino hacemos nada por cuidar el planeta. En fin, Wall•E, desde mi punto de vista, es una de las mejores películas de animación de todos los tiempos. Recomendable.

No hay comentarios: