martes, 11 de agosto de 2009


A Thousand Years of Good Prayers cuenta el viaje que hace un hombre mayor chino a Estados Unidos, para visitar a su recién divorciada hija y acompañarla en esos momentos. Descubre un complejo mundo que en nada tiene que ver con la tranquila y anodina existencia que vivía en su país natal. Divorcios, familias desunidas, rotas e incluso inexistentes, y sobre todo incomunicación, es lo que se encuentra este hombre sencillo, perplejo ante las grandes e innecesarios que impone la vida occidental para ser feliz, cuando quizás lo más fácil es encontrar la plenitud en las cosas más pequeñas. Esta pequeña maravilla funciona con la exactitud de esas verdades universales, aquellas que todos sabemos pero que descubrimos súbitamente un día de la manera más insospechada, dando de golpe sentido a toda nuestra vida. Wang tiene la habilidad de encontrar un tono tan inexpresivo y distante como el de su personaje principal, observador pasivo de todo lo que le rodea y que intenta integrar esta nueva realidad a su vida. Vale la pena visionarla.

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