lunes, 24 de agosto de 2009

Mientras nos incorporamos a nuestras butacas, las luces se van apagando y el proyector empieza a rodar para proyectar un cortometraje de Pixar. En medio de un gran entusiasmo y tras aparecer brevemente el castillo de Disney y el logo de Pixar, se da paso después a unas simpáticas cigüeñas y a unas esponjosas nubes rosas. Aún con el pequeño nudo en la garganta que nos ha regalado el corto, un golpe a nuestra infancia nos atraviesa el corazón con el famoso castillo de Disney. Después de diez minutos preparando el terreno, 'Up' cuenta con uno de los mejores comienzos de la historia del cine, y no es broma. Tras ver la simpática presentación de Carl y su esposa, llegan unos minutos realmente mágicos, absorbentes y conmovedores, es decir, una jodida obra maestra que harán de vuestros ojos unas piscinas olímpicas. Y la mejor cualidad de 'Up' es saber diferenciar claramente los momentos de comedia y de drama, es decir, hay un control total sobre cuándo hay que reír y cuándo llorar (sí, sí, llorar). Con un nivel de animación exquisito, con unos personajes entrañables, Pixar toca el cielo poniendo toda la carne dramática en el asador y firmando creo que su mejor largometraje -teniendo muchísimo respeto al resto-. Sólo les digo que pagaría de nuevo la entrada por volver a sumergirme dentro de mi butaca y presenciar ese primer cuarto de hora.

Esta película sea para todo tipo de público; me explico: desde los ojos de un niño, lo que le sorprenderán serán los colores, los personajes y las aventuras, pero desde los ojos de un adulto la película tiene un trasfondo serio, real, que evoca ese punto de nuestra vida en el que dejamos de ser niños (abandonamos la imaginación y los sueños) y comenzamos a ser adultos con lo que todo eso conlleva (nos centramos en las preocupaciones y en la rutina del día a día), y no tendría porqué ser así. ¿Porqué abandonar nuestros sueños? Indescriptible las emociones que te hace sentir y la de cuestiones que hace plantearte, de tal forma que sales de la sala diferente, no indiferente, planteándote si aún estás a tiempo de volver a buscar tus sueños y..., ¿porqué no? Quizá intentar cumplirlos.

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