miércoles, 6 de enero de 2010

El custodio:

Una inquieta cámara me convierte en testigo de la jornada del aparentemente imperturbable custodio: a través de su punto de vista, soy observador, en un permanente juego entre lo que el protagonista ve, lo que el director permite observar. Moreno, el director, hace el análisis a través Rubén, guardaespaldas a cargo de la seguridad de un ministro en Argentina y en ocasiones de la familia de éste, la cual se muestra y le señala su posición dentro de ese circulo en el cual se debe limitar a cumplir sus funciones y/u ordenes extras. Con la tarea de retratar la vida de un custodio, se refuerza que la actividad es muy compleja y es inexistente la libertad de movimiento; es estar al tanto de cada movimiento y lugar para mantener la seguridad del otro. Sin muchos diálogos Rubén presenta a su familia en un día especial para él, lo que también ayuda a comprender el porque de su soledad e inexistente relación profunda con éstos, quienes tienen otra perspectiva de la vida, sueños ajenos al del protagonista. En general se puede resumir que Rubén es un tipo preso de su actividad, solemne, solitario, estricto y sobre todo impredecible. Definitivamente, se los recomiendo.

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