
En esta película, Sam Raimi vuelve a sus salvajes orígenes, los que le llevaron a tener el reconocimiento con la saga "Evil Dead". Después de tener la presión de dirigir grandes superproducciones, se toma un respiro para hacer un autohomenaje de sus primeros pasos. La película realmente sabe cómo mantenerte atento a ella, no es de aquellas que te muestran gore y violencia desmesurada, no hay estallamiento de cuerpos, no ves por ningún lado desmembramientos, pero sí que estás sufriendo con la protagonista por la maldición que le echaron encima, que, mención aparte merece, tiene una actuación que pudo haber sido muchísimo mejor.
Creo que cualquier espectador que disfrute con las típicas películas "de serie B" que no son más que parodias del cine de terror, deberían a entrar a ver esta película.
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