miércoles, 8 de julio de 2009

The Front me invita a instruir e investigar más, sobre lo sucedido en esa ridícula etapa de la historia norteamericana, donde un alcohólico senador se le ocurrió perseguir a los comunistas creando la caza de brujas y privarnos de talentos en el arte del cine y la televisión pues si algo bueno tienen los de la izquierda son sus artistas. Ah si, hablando de la caza de brujas, se consiguió implantar gracias al miedo, gracias a los delatores, que podían ser de amigos, compañeros de trabajo y demás. Caían como moscas. Daba igual que fueras comunista, izquierdista, pacifista, contrario a la propia caza o simplemente tener un amigo en la lista. Había que limpiar América de traidores, y había que empezar por los artistas. Los guionistas y los actores, fueron los que se llevaron la peor parte. Se truncaron carreras, se borraron nombres, se apagaron las luces para muchos, y hubo suicidios; la presión y el miedo fueron insostenibles para muchos. Casi todo el mucho cerró la boca. El resto, participo divertido en la caza de las Brujas. Apenas poca gente, entre los que destacaría Bogart y Bacall, sabiendo que estaban fuera de cualquier duda, puso un pequeño grito de protesta. Empieza en la década de los cincuenta donde un cajero de un bar, Howie, que acepta la propuesta de un amigo, Alfred, de firmar sus guiones de televisión a cambio del diez por ciento de los honorarios. De este modo Alfred burla la prohibición de trabajar. Más tarde, Howie extiende su colaboración a otros dos guionistas. A mi parecer, es una obra muy personal del realizador y del guionista que estuvieron condenados a la lista negra y expone los hechos desde el punto de vista de los afectados. En este sentido, constituye un documento testimonial de interés. Verdad se los recomiendo, tanto por su valor documental como la veracidad con la que se muestra una de las etapas más vergonzosas en la historia norteamericana con un excelente Allen y un grandioso Zero Mostel.

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