lunes, 22 de junio de 2009

En Melinda and Melinda, pretende acercar dos géneros tan opuestos como son la comedia y el drama. En ella, en un restaurante en una noche lluviosa, dos directores de cine nos narrarán una misma historia desde su punto de vista particular. El primero, que ve en la historia todo lo necesario para hacer una gran comedia, tratará de argumentar los motivos por los cuales su punto de vista sería el mejor a la hora de llevar al cine esa historia (“está apesadumbrado, está desesperado, tiene tendencias suicidas. Existen todos los elementos cómicos”); el segundo, sin embargo, destacará los aspectos dramáticos de la misma y tratará de enfatizarlos para demostrar lo contrario. Y habla del dilema de la vida como comedia y tragedia, como momentos alternativos de una existencia corta en la que a veces nos sentimos desgraciados y otras veces menos desgraciados simplemente por tomarnos la vida con más filosofía y menos gravedad. Con esta reflexión, Allen vuelve a psicoanalizarme en una de sus películas tan fácilmente, y me deleita, si me deleita.

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