miércoles, 4 de febrero de 2009
L’ heure d’eté me ha dejado satisfecho. Es una película en la que no pasa nada, en el fondo. Sin embargo, en ningún momento se me ha hecho larga ni he mirado el reloj. Parecía como si estuviera siendo un observador de una familia francesa: sus conversaciones, sus secretos, su cotidianeidad al fin y al cabo. Es una historia totalmente habitual: una madre de familia muere y sus hijos han de repartirse los bienes, que en este caso son muchos y de gran valor artístico. Nada más y todo lo demás. El sentimiento de que algo se pierde, de que la unión familiar irá disminuyendo al fallecer la figura principal; la dispersión; el valor de los objetos, de las obras de arte, y a la vez el valor sentimental; las diferencias entre generaciones...De todo esto nos habla el director en esta película.
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