miércoles, 21 de mayo de 2008


Estoy escribiendo esta crítica, con unas manos sanas en las que apenas pienso porque siempre me han respondido perfectamente. Bueno, ahora estoy aquí, muevo la cabeza, respiro, trago la saliva, mis dedos se mueven velozmente por el teclado, hago movimientos voluntarios e involuntarios...todo mi cuerpo responde obedientemente. Subo y bajo la escalera de mi casa, voy y vengo como quiero...toda esa maquina increíble que es nuestro cuerpo...y a fuerza de costumbre, ignoramos que estamos hechos de milagro hecho carne. Encima no apreciamos lo preciosos que son esos movimientos que hacemos con las manos. Ni siquiera ese movimiento de nuestro pecho haciendo circular el aire entre los pulmones y la atmósfera. Hasta nuestros ojos moviéndose para que podamos mirar lo que nos interesa. Y las piernas, que extienden nuestros horizontes, y que son el motor de nuestra independencia física. La piel, fuente de innumerables sensaciones. Y ese mecanismo que nos permite hablar...y ahora me pregunto el cuando fue la última vez que nos paramos a valorar lo que realmente nos hace humanos: la memoria y nuestra capacidad imaginativa, cuyo poder parece ilimitado. Vean que Jean Dominique Bauby se vio encerrado dentro de su propio cuerpo tras padecer una extraña enfermedad “síndrome de encierro”. Lo que antes había sido su puerta al mundo, se transformó en su cárcel. La cárcel de su alma, de sus pensamientos. También se transformó en la escafandra (es un traje de buzo) que le aislaba de lo que le rodeaba. Sólo podía mover el ojo izquierdo que se estableció en su ventana de comunicación, su único medio para que el contacto entre su mente y el exterior no se rompiera definitivamente. Y por dentro Jean Dominique seguía siendo el mismo. Él demostró que con el poder de su imaginación le permitía escapar a su encierro para volar donde quisiera, como una mariposa caprichosa que revolotea impulsada por el viento. Fue una forma de seguir adelante y vivir plenamente todos pequeños momentos, buscando caminos alternativos para la felicidad. Esa película, es una paradoja de la vida, una historia sobre lo frágil de la vida y la importancia que debe ser aprovechada hasta el último momento y las personas de las que nos rodeamos. Y lo que hace excelente a la película es el como afronta la historia. Es una muy bella metáfora de la vida y de cómo todas las personas pueden ser absolutamente libres si se lo proponen. Y por ahora, hoy estamos aquí, hoy estamos sanos y mañana, quien sabe. Hoy, realmente me siento una mariposa dentro de la escafandra.

Ay si, me olvide de decirles que la película se llama le scaphandre et le papillon y recomendable de veras.

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