viernes, 30 de mayo de 2008

Du Levande habla del ser humano, de sus grandezas y miserias, de sus alegrías y tristezas y de la seguridad en uno mismo y la ansiedad. Hay personajes que narran sus sueños a un público inexistente, otros que derraman sus lágrimas ante personas desconocidas y desinteresadas, sucesos cotidianos llevados a un extremo del disparate, jueces que gustan de beber cerveza mientras condenan a muerte a un ciudadano por romper una porcelana con más de 200 años de antigüedad, y otras innumerables escenas alocadas, todas esas secuencias son el contenido de esa película sueca. Esta comedia trágica o una tragedia cómica sobre nosotros mismos, ha logrado estallarme de risa ante historias desconsoladas que realmente no parecen graciosas, sino más bien todo lo contrario. En fin, una fábula sobre el valor de la vida y de la importancia de la intención de ser feliz. RECOMENDABLE.

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