viernes, 22 de febrero de 2008


Anoche pude ver “petróleo sangriento” y el tema principal del film es la ambición y la avaricia que rodea el mundo de un (y de todos los magnates) magnate del petróleo americano de principios del siglo XX. Y como muchas cosas en este mundo, sea el del petróleo o cualquier otro en que el dinero, la ambición y la avaricia pululen por ahí acaba habiendo sangre porque cuando de por medio hay dinero, perdón, mucho dinero, no importa lo que se hace, el daño que se hace ya sea a alguien o a algo, el dinero puede con todo, es la triste realidad de este mundo. Yo creo que la humanidad ha llegado hasta donde estamos ahora en parte gracias a la ambición de muchos pero ¿con qué consecuencias? se ve en la película, en esta y en muchas otras, pero también en la vida real. Si en el mundo hubiese menos ambición estaríamos mejor. Ah si, la definición de ambición: “deseo ardiente de conseguir poder, riqueza, dignidades o fama”. Además, después de ver la película, tuve la sensación de que no hay otro actor vivo capaz de interpretar al magnate Plainview y Daniel Day-Lewis consigue su función: sumergirnos de lleno en los abismos más sucios de una personalidad demoledora. Sólo con su físico y su entregada creación se concibe este relato del esplendor y la caída de un magnate petrolero. Él es, (en una interpretación calculada, fría, virtuosa) el símbolo del mal, él sólo implica en este recorrido por los caminos de la avaricia y los peligros de la Fé. Algo en sus ojos anuncia la violenta explosión bajo la calma y con razón, los premios le están lloviendo al actor.

Vale la pena-

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